domingo, 24 de marzo de 2013

Gloria, laus et honor tibi sit


La Liturgia del Domingo de Ramos es rica en oraciones de gran belleza y profundidad, que nos ayudan a comprender el misterio de la llegada mesiánica de Jesús a Jerusalén, y de su sorprendente desenlace en el triunfo de la Resurrección a través del escarnio de la Cruz. Ya a comienzos de la Cuaresma, escuchamos uno de estos textos, la antífona Pueri Hebreorum en la versión de Tomás Luis de de Victoria.

Otra obra excepcional es el himno Gloria, laus et honor, que se canta en la procesión de los Ramos. Se trata de un himno compuesto por Teodulfo de Orleans, un hispano escapado de la ruina del reino visigodo en el siglo VIII, que como tantos otros se refugió en el crecientemente poderoso reino de los francos, que desembocará en la restauración de Carlomagno del Imperio. Se trata de un himno de ritmo alegre, que desde entonces ha venido acompañando la procesión de este día. Es una alabanza al Señor que, victorioso, viene a reinar entre nosotros. Sirva esta oración de preparación para la celebración de esta Semana Santa.



Gloria, laus et honor tibi sit,
Rex Christe, Redemptor:
Cui puerile decus prompsit
Hosanna pium.

Israel es tu Rex,
Davidis et inclyta proles:
Nomine qui in Domini,
Rex benedicte, venis.

Coetus in excelsis
te laudat caelicus omnis,
Et mortalis homo,
et cuncta creata simul.

Plebs Hebraea tibi
cum palmis obvia venit: 
cum prece, voto, hymnis,
adsumus ecce tibi.

Hi tibi passuro
solvebant munia laudis:
Nos tibi regnanti
pangimus ecce melos

Hi placuere tibi,
placeat devotio nostra:
Rex bone, Rex clemens,
cui bona cuncta placent.


Gloria, alabanza y honor te sean dados, Rey Cristo Redentor, a quien el esplendor de los niños aclamó: ¡Salud al piadoso!

Tú eres el Rey de Israel y descendiente ilustre de David, el Rey bendito; Tú vienes en nombre del Señor.


Toda la corte celestial te alaba en las alturas y también, en unión de todo lo creado, te alaba el hombre mortal.


El pueblo hebreo te sale a recibir con palmas. Nosotros venimos en tu presencia con plegarias, votos e himnos.

Aquellos te tributaban alabanzas cuando ibas a padecer; y ahora nosotros te cantamos dulces melodías, a Ti que eres el Rey.

Aquellos te agradaron; que también nuestra entrega te agrade: Rey benigno, Rey piadoso, a quien todo lo bueno agrada.

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